jueves, 29 de octubre de 2009

Varsovia y polaco

Cześć, ma na inie Agustín. Jestem skad Hiszpański. Ya he empezado con las clases de polaco. Es algo así como el indio pero en polaco, tenemos dos horas por semana en un edificio que está dentro del recinto de la residencia y bueno…. Que os voy a contar, sinceramente pienso que ni aunque estuviese aquí 15 años llegaría aprender este idioma. Cuando aprendes o intentas aprender ingles, francés, supongo que igual con italiano, a uno le suele resultar difícil aprender la gramática, el vocabulario, los tiempos verbales, ecir, lo típico. Pero en polaco, creo que si llegas a tener que preocuparte por aprender eso quiero decir que ya has aprendido mucho antes, porque lo primero y más difícil que para mi tiene este es la pronunciación. Tienen un vocabulario mucho más extenso que el nuestro, y con una infinidad de sonidos consonánticos que ni en cien mil años llegaríamos a pronunciar con facilidad y para cada uno de estos sonidos tienen una letra que los representa. Es una auténtica y verdadera rallada. Supuestamente ya sé decir… ¿Cómo te llamas? Me llamo tal. ¿De dónde eres? Soy de tal. Hola. Adiós. ¿Cómo estás?. ¿Y tú?. Sin problema. ¿Qué significa?. No entiendo nada (esta frase en polaco la uso mucho). Alguna pregunta. No lo sé (también la uso mucho). ¿Cuántos años tienes?. Tengo tantos años… y supuestamente algunas cosas más. No las escribo en polaco por dos sencillas razones, la primera es que tardaría mucho en ir letra por letra copiando lo que pone en mis apuntes (sí, tomo apuntes) y segundo porque no sé como hacen los polacos para escribir a ordenador, pero a mi teclado le faltan como 25 teclas para poder escribir las palabras enteras (por ejemplo, ¿como se escribe en ordenador “ęć” sin copiarlo del google?). También hemos ‘aprendido’ a pronunciar el vocabulario y a ‘decir’ los números, que por cierto son estos, si alguien tiene cojones a pronunciarlos que lo diga ahora o calle para siempre.

  • zero: cero
  • jeden: uno
  • dwa: dos
  • trzy: tres
  • cztery: cuatro
  • pięć: cinco
  • sześć: seis
  • siedem: siete
  • osiem: ocho
  • dziewięć: nueve
  • dziesięć: diez
  • jedenaście: once
  • dwanaście: doce
  • trzynaście: trece
  • czternaście: catorce
  • piętnaście: quince
  • szesnaście: dieciséis
  • siedemnaście: diecisiete
  • osiemnaście: dieciocho
  • dziewiętnaście: diecinueve
  • dwadzieścia: veinte
  • trzydzieści: treinta
  • czterdzieści: cuarenta
  • pięćdziesiąt: cincuenta
  • sześćdziesiąt: sesenta
  • siedemdziesiąt: setenta
  • osiemdziesiąt: ochenta
  • dziewięćdziesiąt: noventa
  • sto: cien
  • dwieście: doscientos
  • trzysta: trescientos
  • czterysta: cuatrocientos
  • pięćset: quinientos
  • sześćset: seiscientos
  • siedemset: setecientos
  • osiemset: ochocientos
  • dziewięćset: novecientos

Al final, el fin de semana pasado fuimos a Varsovia, al día siguiente de cuando fueron la mayoría, por que como ya os dije después del Jueves no pudimos levantarnos y nos fuimos el sábado por la mañana Alberto, Mateo, Valentina y yo. El viaje de ida en tren fue bastante mejor de lo que me esperaba, me habían hablado de los trenes polacos y aquel no era exactamente como lo que me habían descrito. El tren era más o menos antiguo pero cómodo, distinto a la idea de tren que hay en España; los vagones tienen como un pasillo que da a unos compartimientos a modo de habitaciones donde entras y hay 6 asientos individuales y numerados. De todas formas no podemos decir que fuese exactamente alta velocidad… a la vuelta el tren fue otra historia, ahora después os lo cuento.

Cuando llegamos a Varsovia, tras unas 3 horas de viaje nos estaban esperando en la estación el resto de españolitos de la expedición que habían llegado el día antes, sino recuerdo mal Sara, Bego, Andrea, Ana, Alvaro, Marcelo, Victor y Mónica. Mónica es la chica polaca que nos hospedó en su casa de Varsovia, una chica verdaderamente encantadora, nos trató muy pero que muy bien. Mónica estuvo el año pasado de Erasmus en valencia y allí aprendió español, (que lo habla con sorprendente soltura) y además conoció a los que estudian en valencia que iban con nosotros, de ahí que nos tratase tan bien supongo. Nos ofreció su casa, un pequeño pisito en el que no sé muy bien como entramos todos los que éramos y se ofreció para ayudarnos en todo lo que necesitásemos. Por fin pude pedir un kebab sabiendo lo que pedía (imaginad tener que pedir siempre cualquier cosa en Polonia a un polaco que no sabe ni ingles, ni español, ni si quiera Agustiniano…).

Lo primero que hicimos fue comer en el Burguer King (lo sé, el más típico plato polaco) en un mega centro comercial muy chulo. Chulo porque tenía una configuración de centro comercial al aire libre, con sus terrazas y sus balcones, pero todo encerrado dentro de una serie de inmensas burbujas que lo rodeaban todo. Y menos mal que existían estas burbujas. Tras terminar de comer decidimos dar una vuelta por el centro de la ciudad.

Quiero resaltar que lo que voy a comentar ahora sobre la ciudad, creo que es un poco injusto, ya que las adversas condiciones climatológicas que sufrimos marcaron en gran medida nuestra estancia allí.

Varsovia me pareció tal y como me habían hablado tantas veces de ella. Una ciudad increíblemente grande, con edificios inmensos, avenidas gigantes pero sobre todo muy gris. Si conocieseis Cracovia entenderías perfectamente como es Varsovia si os digo que es todo lo contrario. Entre los edificios gigantes destaca uno especialmente, que fue regalado por los rusos a los polacos hace bastante años. Mónica, como dato curioso, me comentó que era una de los edificios más emblemáticos e históricos de la ciudad, pero que a los polacos no les gustaba precisamente por haber sido un regalo de los rusos. Ella me dijo que aquí los rusos no caen nada bien porque desde siempre y también en la actualidad, los rusos se han dedicado a tocar (literalmente) los cojones a Polonia, eso me dijo ella.

El paseo transcurrió bajo lluvia incesante y muy cansina, no sé cómo no me puse malo. Después de agonizar danzando de un lado a otro sin un rumbo muy claro, conseguí convencer a los demás de que no estaba siendo precisamente un paseo agradable. Así que nos metimos en una cafetería y allí estuvimos encerrados como 3 horas hablando de mil cosas. Aquella noche, como es lógico nos fuimos por ahí de juerga con las risas correspondientes y las mil y una historias de siempre. Que si vamos a un parque que no nos pille la policía (si beber en la vía pública en Murcia está prohibido, aquí esta PROHIBIDISIMO) que sí viene un tonto y busca greña… y sobre todo las largas conversaciones. No puedo contaros mucho de aquella noche porque la verdad, no me acuerdo. Creo saber que el sitio por el que salimos estaba bien, en plan una zona de edificios antiguos gigantes, con fachadas clásicas preciosas en avenidas grandísimas y los “clubs” dentro de aquellos.

Al día siguiente milagrosamente conseguí levantarme y fuimos a visitar el famoso (si, es famoso) museo de la 2ª guerra mundial. Las condiciones en las que estábamos tampoco eran precisamente para visitar un museo, pero bueno. Otro día, si vuelvo y lo veo mejor os hablaré de él, pero vamos, lo típico que todos hemos visto en las películas.

Ahora una de las cosas que más me llamó la atención del viaje, la vuelta en tren. A la ida el tren fue como os conté porque viajamos en un tren 4 veces más caro que en el que cogimos para la vuelta (que nos costó 5€) y que es el que coge todo el mundo. Gracias a Dios que iba Mónica con nosotros y nos llevó no a la estación principal de Varsovia (en Varsovia hay tres estaciones) sino a la primera y desde la que salía el tren. Digo que menos mal porque al cogerlo en la primera estación pudimos entrar los primero en el tren. Y vosotros diréis, ¿Qué más da entrar antes o después en un tren? En el caso que todos conocemos de que los billetes estén numerados, o en su lugar al menos tienen plaza para todos, efectivamente da lo mismo. Pero cuando te juegas el viajar de pie o sentado durante 300km os aseguro que NO da lo mismo. No imagináis la escena de ver a todo el mundo correr por el andén para entrar corriendo en el tren. Alucinante. Nosotros nos sentamos, pero no así un montón de gente que tuvo que hacer TODO el viaje hasta Cracovia de pie. YA ME JODERÍA.

Creo que Varsovia se merece otra oportunidad.

Esta semana he empezado las clases de Fotografía y también las clases de “Historia de la arquitectura polaca”… puede parecer aburrido pero nada más lejos de la realidad, en cualquier caso lo dejo para el próximo día. Se me acumulan las cosas que contar.



Expedición a Varsovia


El emblemático edificio
regalado por los Rusos


Como no, la mejor fruta del mundo




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